«No creas todo lo que piensas. Los pensamientos son solo eso: pensamientos» – Alan Lokos
Nuestra salud mental depende de conocer la información correcta. Por desgracia, es fácil inventarse cualquier término neurocientífico por necesidad propia.
El cerebro y la mente nos resultan extremadamente familiares, pues pasamos mucho tiempo dentro de nuestras cabezas. Por eso es fácil difundir información falsa que suena muy bien. A esto le llamamos neuromitos.
El problema de los neuromitos es que las tecnologías de neuroimagen solo se han desarrollado en los últimos veinte años (más detalle), lo que ha supuesto muy poco tiempo para desmentir los dogmas establecidos en la sociedad. Hoy vas a entender los neuromitos más comunes, cómo surgieron y por qué son erróneos.
Antes de leer el artículo, te quiero retar a responder a estas preguntas: Link al test. No solo servirá para medir las creencias de los lectores de este blog, sino que, al final del artículo, aprenderás a separar la realidad de la ficción.
¡Vamos a enterrar algunas creencias sobre cómo funciona el cerebro!
¿Usas solo el 10 % del cerebro?
Aunque pensar que usamos el 10 % del cerebro nos ha dejado (en mi opinión) dos buenas películas como Limitless o Lucy, es el arma perfecta para cualquier charlatán.

Suena muy bien creer que puedes tener una enorme cantidad de potencial sin explotar, que podrías desbloquear si utilizas las técnicas o herramientas adecuadas. Bastan unas pocas preguntas para darse cuenta de que la realidad es diferente:
- Decir que usamos un 10 % de nuestro cerebro es como afirmar que usamos un 10 % de nuestros músculos. ¿Crees que la evolución podría permitirse algo así? En biología, lo que usas se hipertrofia. Tu cuerpo se adapta a la demanda, es antifrágil, mejora si lo sometes al estrés adecuado y decae si no.
- Además, el cerebro nunca se apaga. Incluso si estamos durmiendo, casi todas las áreas del cerebro están activas (más detalle).
La biología no podría permitirse mantener un órgano que gasta el 20 % de la energía del cuerpo para solo acabar usando el 10 %.
Seguramente este primer mito proviene de William James, considerado el padre de la psicología, que escribió «es poco probable que la mayoría de las personas alcancen el 10 % de su potencial», aunque hay otras atribuciones. No significa que utilicemos el 10 % de nuestro cerebro, sino que solo entendemos un 10 % de su funcionamiento.
¿Eres dominante de un hemisferio?
Por otro lado, todavía hay empresas o institutos que pagan por talleres en los que se enseña a las personas si son dominantes del hemisferio derecho (creatividad) o del hemisferio izquierdo (pensamientos lógicos).
Para empezar, los estudios de imagen ya nos muestran que ambas partes del cerebro están activas cuando cualquier persona se dedica a tareas creativas.
No existe dominancia de forma global (estudio), ni la creatividad se activa solo en el hemisferio derecho. Lo que sí existe es dominancia hemisférica en la representación de los estados de valencia (estado positivo o negativo), arousal (estado de alta o baja excitación) y dirección motivacional.
De hecho, los músicos novatos activan el hemisferio derecho al percibir una pieza como un todo mezclado, mientras que los músicos experimentados activan más el hemisferio izquierdo por su capacidad de analizar las partes. ¿Te sorprende?
La asimetría hemisférica puede ser consecuencia de la evolución de las necesidades de movilización energética relacionadas con los estados afectivos.
- El hemisferio derecho es dominante a nivel simpático, mediante respuestas orientadas a la acción y al arousal. Es menos deliberativo, con dominancia de estados afectivos. Está asociado a respuestas defensivas, de evitación y escape. Es dominante para el afecto negativo y las conductas de supervivencia.
- El hemisferio izquierdo es dominante a nivel parasimpático. Está relacionado con conductas que representan seguridad: aproximación, socialización o afecto positivo.
Esta dominancia entre hemisferios tiene sentido en un entorno en el que el cerebro puede encontrar situaciones opuestas: ambientes de seguridad o de riesgo. Estudios en daños cerebrales nos confirman esta hipótesis.
- Un ictus del hemisferio izquierdo se relaciona a más apatía y tristeza, y uno en el hemisferio derecho, todo lo contrario (estudio).
- Los bebés activan más el hemisferio izquierdo al ver imágenes de personas riendo y el hemisferio derecho al ver imágenes de personas tristes (estudio).
- Las personas con depresión presentan menor actividad en el hemisferio izquierdo, es decir, incapacidad para mantener metas deseadas y planificar (estudio).
Nuestro sistema nervioso ha desarrollado módulos separados para seleccionar la aproximación o la retirada. En la naturaleza hay que tener claro cuándo hay peligro y cuándo seguridad.
¿El cerebro es un sistema triuno?
Si quieres encontrar otros mitos, solo hace falta que hagas una búsqueda por Google para llegar a todo tipo de artículos sobre educación o neuromarketing.

En la década de los 70, Paul MacLean, a partir de estudios de anatomía, describió el cerebro como un sistema formado por 3 partes:
- Un cerebro fisiológico y de funciones básicas que compartimos con los reptiles.
- Un cerebro paleomamífero (sistema límbico) que codifica la información a un nivel más socioafectivo.
- Un cerebro más reciente relacionado con la consciencia, la planificación, etc.
Desde el punto de vista pedagógico puede ser interesante, pero el modelo de MacLean es inexacto. Si la evolución fuera lineal, sería algo así como que un pez salió del agua como anfibio, evolucionó a reptil, se convirtió en mamífero, luego en homínido y finalmente en humano. Si esto fuera así, debería reflejarse en el sistema nervioso, pero no lo hace.

Este modelo asume que cada paso en la evolución añade características nuevas que aumentan la complejidad de las respuestas del cerebro. Sin embargo, es fruto de técnicas de neuroimagen antiguas que analizan la estructura, pero no la función. Por ejemplo:
- Las estructuras límbicas y corticales ya existen en vertebrados no mamíferos.
- Aves o peces muestran comportamientos sociales.
- Las abejas muestran aprendizajes complejos por recompensas.
La evolución no sigue exactamente la linealidad.
¿Tienes tipos de inteligencias mejores que otras?
Otro de los mitos más comunes es el de las inteligencias múltiples. Si queremos ver la capacidad atlética de una persona no necesitamos observarle practicando todos los deportes, sino que basta con algunas pruebas de velocidad, resistencia, etc. ¿Verdad? No hay miles de habilidades totalmente diferentes, sino unas pocas habilidades que permiten miles de variantes diversas.
Por ejemplo, aunque una ansiedad se manifieste de maneras diferentes, no sería correcto hablar de ansiedades múltiples. Para estos casos, se utiliza el análisis factorial y se extraen los factores básicos más relevantes para diseñar los test de medición.
En cuanto a la inteligencia, Gardner se dio cuenta que algunos pacientes con daño cerebral perdían algunas habilidades específicas mientras conservaban otras. Pero también se había dado cuenta de que existen personas con habilidades excepcionales en un área concreta.
Por ello, propuso la teoría de las inteligencias múltiples en la década de 1980. Y digo «propuso» porque no había ningún dato real relacionado con esta teoría, solo era la opinión de Gardner de que hay múltiples inteligencias con niveles variables entre las personas, empezando con una lista de siete «inteligencias»: musical-rítmica, visual-espacial, verbal-lingüística, lógico-matemática, corporal-cinestésica, interpersonal e intrapersonal.
La investigación demuestra que nuestras habilidades no son independientes unas de otras.
Las personas que tienden a obtener buenos resultados en un tipo de prueba, tienden a obtener buenos resultados en todas ellas. A eso lo denominamos «inteligencia general» y tiene pruebas mucho más tangibles que la teoría de las inteligencias múltiples.
Más que diversidad de inteligencias, existe una diversidad de habilidades y aptitudes influenciada por el ambiente, no genéticas.
¿El CI no significa nada?
Hablando de inteligencia, los test de CI son algunos de los test más fiables y predictivos que existen en la ciencia psicológica.
Un estudio con casi un millón de hombres que hicieron un test de CI como parte de su servicio militar en Suecia demostró que cuanto más alto era el CI, más tiempo vivían. Otros estudios han demostrado que los test de CI sí predicen la mortalidad (detalle), así como los logros educativos (estudio), entre otras muchas cosas.
El mito de que los test de CI solo dicen lo excelente que eres en los test de CI ha sido prácticamente desmentido. Es un tema complejo que trataré en un futuro artículo.
¿Cada persona tiene un estilo de aprendizaje diferente?
La teoría del estilo de aprendizaje afirma que las personas difieren en su forma de aprender, lo que se debe a alguna propiedad innata de sus cerebros, y que la enseñanza debe adaptarse a su estilo de aprendizaje particular.
Según esta teoría, algunas personas tienen un estilo de aprendizaje más visual, otras un estilo de aprendizaje auditivo, etc. La realidad es que cambiar el método de enseñanza no influye en el éxito de un estudiante (estudio). No tenemos diferentes estilos de aprendizaje, solo tenemos distintas preferencias de aprendizaje. (estudio)
Confundimos la forma en que la nos gusta estudiar con la que nos proporciona mejores resultados. Sin duda, no es lo mismo comer lo que nos gusta que comer lo que nos conviene.
Confundimos nuestras preferencias con su supuesta efectividad.
Los mecanismos por los que el cerebro aprende son prácticamente iguales en todos nosotros. Lo único que cambia son los conocimientos que ya tenemos, la motivación y las estrategias de aprendizaje que hayamos desarrollado.
¿Existe alguna solución? 🔍
Desgraciadamente, más educación sobre neurociencia no significa que eliminemos los mitos existentes. Está en nuestros genes creer en falsedades. En este estudio, se presentaron diversos mitos a tres grupos diferentes: público general, profesores y personas expuestas a la neurociencia.

Por poner un ejemplo del estudio, el 59 % del público general, el 55 % de los profesores y el 43 % de las personas expuestas a la neurociencia creen en el Efecto Mozart, una teoría que sugiere que escuchar música clásica puede aumentar nuestra inteligencia (lo cual es falso).
En este gráfico puedes ver algunos de los mitos más extendidos.

¿Cómo encuentro las verdades sobre el cerebro?
Antes de creer cualquier cosa, te recomiendo repasar estas preguntas:
- ¿Me estoy quedando con el titular?
- ¿Cuestiono quién hace el estudio, lo financia, su metodología, tamaño, conclusiones…?
- ¿Esto satisface mis ganas de creer fuertemente en algo?
- ¿Existe algún grupo de control en el estudio?
- ¿Las conclusiones son correctas?
Las ideas y las creencias no se seleccionan en nuestra mente por su carácter lógico o por ser una representación fiel a la verdad, sino por su carácter instrumental y adaptativo. No basta con presentar pruebas científicas para persuadir a alguien de que abandone sus convicciones más profundas. Nuestro sesgo de confirmación es muy poderoso.
Te recomiendo esta charla de Ramón Nogueras, su blog y su libro sobre por qué creemos en mierdas.
Mi conclusión: los mitos son metáforas que debemos desafiar
Lo simple suena a verdad para el cerebro. Permite a la gente hacerse preguntas, gastarse el dinero o clasificar a otras personas. Podría seguir hablando del test de las 16 personalidades, la PNL, el concepto de antidepresivo, las apps de entrenamiento cerebral, etc.
Es difícil combatir un sistema de creencias diciendo que la verdad es más complicada, pero merece la pena intentarlo, porque sería una pena que los mitos simplistas ahogaran la historia más fascinante sobre cómo funciona realmente nuestro cerebro. Se requiere una dosis de metacognitición para dejar de vivir de emociones básicas como «me gusta lo que me dicen». Debemos cuestionar los dogmas sobre el cerebro para mejorar nuestro potencial como especie.
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