Aunque muchos neuromitos sobre el aprendizaje todavía persisten, nuestra memoria no funciona a voluntad. No es como una cámara de vídeo con la que podamos decidir cuándo empezar a grabar y cuando reproducir el video.

Nuestro único recurso para aprender es llevar a cabo ciertas acciones que surtan efecto y refuercen la memoria.

En las últimas décadas, la neurociencia ha investigado esta preguntas, y en el artículo de hoy vamos a desmentir el mayor mito de la memoria, las pirámides de aprendizaje, para desvelar cómo aprendemos.

¿Cuál es la diferencia entre la memoria y el acto de aprender?

Según la RAE, aprendizaje es la “adquisición por la práctica de una conducta duradera”, mientras que aprender se define como “adquirir el conocimiento de algo por medio del estudio o de la experiencia” o cómo “fijar algo en la memoria”.

Cuando hablamos de “aprender”, nos referimos al proceso de adquirir y retener la información (como aprender una lista de ríos por ejemplo), o ganar habilidades específicas (montar en bici).

El aprendizaje (o la memoria) es la capacidad del sistema nervioso de retener experiencias de forma que se condicionan las respuestas conductuales futuras a través de modificaciones moleculares o celulares más o menos perdurables.

Lo que aprendemos se activa cuando lo recordamos y esto tiene una base molecular por la que algunas personas tienen más memoria para ciertas cosas.

Como vemos, el aprendizaje está estrechamente ligado a la memoria, puesto que esta no puede existir sin aquel. Ambas funciones mentales nos permiten adaptar la conducta según nuestra experiencia. Y esa experiencia y el conocimiento adquirido, almacenados de algún modo en el cerebro, perfilan los rasgos, la conducta, la actitud o la manera de pensar de cada uno.

No hay que cometer el error de considerar el aprendizaje como un proceso (adquisición de información) y la memoria como un estado (deposito). Ambos son procesos.

Si las pirámides del aprendizaje fueran una clasificación fiable sobre cómo aprendemos, ¿entonces por qué hay personas con más o menos facilidades para aprender cosas?

El mito de la pirámide del aprendizaje

¿Qué diferencia a unas personas de otras en su habilidad para aprender? La gente piensa que radica en diferencias sensoriales.

La pirámide de aprendizaje es un gráfico que indica con porcentajes cuánto se retiene en función de lo que se hace: leer, escuchar, ver, etc. 

Al buscar en Google obre «pirámide de aprendizaje» hay cientos de representaciones.

Es atribuida a Edgar Dale o William Glasser. Pero ninguno llegó a publicar esto. Ellos no incluyeron ningún tipo de porcentaje sobre la retención que cada acción produce en la memoria. (detalle)

Lo que crearon fue una clasificación de «experiencias audiovisuales», de las más abstractas a las más concretas.

Sin embargo, las versiones de las pirámides de aprendizaje, que encontramos por Internet y que aparecen en muchos libros, son en realidad uno de los neuromitos más extendidos sobre el aprendizaje. (estudio)

Antes de entrar en detalle, vamos a dejar algo claro: Nuestras diferencias a la hora de aprender son una cuestión de grado, no son cualitativas.

Lo que proponen las pirámides de aprendizaje no se alinea con los mecanismos de aprendizaje del cerebro. Al promover este tipo de neuromitos, limitamos a las personas adoptando profecías autocumplidas, es decir, predicciones sobre la realidad que se convierten en causas de la misma.

Vamos a ver cómo aprende el cerebro realmente.

Principio 1: Los tipos de memoria

La concepción que las pirámides de aprendizaje manejan sobre el aprendizaje se desvía por completo del modelo estándar sobre la memoria.

Los modelos de memoria estándar se basan en este modelo conocido como «El modelo modal de memoria de Atkinson y Shifting

La suma de los procesos de aprendizaje y memoria da lugar a la función cerebral que permite registrar, codificar, consolidar, retener almacenar y recuperar la información 

Este sistema distingue tres tipos básicos de almacenamiento.

Memoria sensorial: Almacena la totalidad de la información inmediata captada por los sentidos, principalmente la información visual y auditiva. 

Recopilamos la información de nuestros sentidos y a codificamos en la memoria a corto plazo. Imagen

Memoria de trabajo: Es un constructo teórico que se refiere a las estructuras y procesos usados para el almacenamiento temporal de información (memoria a corto plazo) y la elaboración de la información. Limitada en espacio y duración, y por ello, es necesaria la siguiente.

Memoria (de trabajo) a corto plazo. Imagen

Memoria de largo plazo: Es donde se almacenan los recuerdos, nuestro conocimiento acerca del mundo, imágenes, conceptos, estrategias, etc. Dispone de capacidad ilimitada y contiene información de distinta naturaleza. Se considera la «base de datos» en la que se inserta la información a través de la «memoria operativa», para usarla posteriormente.

Y la memoria de largo plazo, a su vez, se divide en dos sistemas de almacenamiento: 

  • Memoria declarativa (No procedimental): Esta puede ser semántica (Almacenar conceptos o significados), o episódica (hechos y vivencias personales).
  • Memoria no declarativa: (Procedimental), o sea, recuerdos relativos a procedimientos como andar en bicicleta o lavarse los dientes.

La memoria declarativa es explícita, ya que los recuerdos se evocan de manera consciente, mientras que la no declarativa es implícita, puesto que los recuerdos se evocan inconscientemente. 

Acciones como andar en bicicleta, no requieren una recuperación consciente. Pero las experiencias y los hechos se almacenan principalmente en la memoria declarativa, y recuperar esta información requiere un esfuerzo consciente.

Por ejemplo, los recuerdos de la memoria semántica deben luego ser transferidos a la memoria declarativa, y esto implica la generación de redes de información.

En esta imagen puedes ver resumidos los diferentes tipos de memora por sus regiones cerebrales.

Sin embargo, según las pirámides de aprendizaje, la memoria no funciona así porque la transferencia de información verbal a la memoria declarativa a largo plazo es una asignación directa, equivalente a una grabadora que almacena con mayor o menor precisión la información que se le transfiere.

Las pirámides de aprendizaje describen una vía de comunicación unidireccional, de información que pasa de unos a otros, en lugar de la construcción interna del conocimiento.

La memoria está estrechamente ligada al aprendizaje de cada uno. El conocimiento no es una entidad fija.

Lo que diferencia que recordemos más o menos una información no es la forma en que la hayamos obtenido (leyendo, escuchando, visualizando, etc.), sino que lo más importante es lo que hagamos con ella después.

Además, las formas de entrada visual, auditiva y motora en el cerebro están interconectadas, y es lo que nos ayuda a procesar la información. Una información aproximada desde varios sentidos (por ejemplo, visual y auditivo), generará aprendizajes más sólidos si se emplean los diversos canales sensoriales a la vez. (estudio)

Principio 2: ¿Cómo aprende el cerebro?

Por otro lado, el tipo de acciones que aparecen en una pirámide no son las que destacan en cuanto a su eficacia para consolidar aprendizajes.

Una buena estrategia de aprendizaje hace que la información perdure más y sea más flexible, es decir, transferible a nuevas situaciones. Por ejemplo:

  • reflexionar sobre qué cosas se relacionan con lo que estamos aprendiendo
  • pensar ejemplos
  • pensar consecuencias
  • explicar lo aprendido con nuestras propias palabras
  • visualizarlo
  • evocarlo

De todas estrategias hablamos en este artículo.

Las pirámides de aprendizaje solo aciertan en una cosa: indicar la acción de «enseñar a otros» como una de las que más contribuyen a afianzar el aprendizaje. Enseñar a otros nos obliga a evocar y a dar sentido y estructura a lo aprendido.

En cualquier caso, la forma en que nos llega la información no es lo que determina el grado de aprendizaje.

La capacidad de recordar algo depende de muchos otros factores, no solo de las estrategias que llevemos a cabo para aprenderlo. Por ejemplo:

  • Nuestros conocimientos previos
  • Lo que estemos aprendiendo
  • La atención y tiempo que dediquemos
  • La edad de quien aprende
  • El contexto de aprendizaje

Una pirámide nunca encajaría con la complejidad del aprendizaje

Consejos finales: Aprendiendo a aprender

Es una pena seguir hablando de las pirámides de aprendizaje, porque hay muchas herramientas mentales respaldadas por la ciencia a nuestra disposición y todavía persiste en el imaginario colectivo. 

¿Cómo podemos aprender rápido, mejor y, en última instancia, dominar la capacidad de aprendizaje de nuestra mente?

Como dice uno de los mejores divulgadores del aprendizaje, Héctor Ruiz, debemos entenderlo simplemente como una lista de acciones que tendrán un efecto positivo en la memoria como indica la evidencia:

Para finalizar el artículo, que espero no haya sido muy tedioso, te quiero dejar con tres recomendaciones:

Primero, hay un curso gratuito en Coursera llamado Aprender a aprender, impartido por la Dra. Barbara Oakley y el Dr. Terrence Sejnowski, que cubre la ciencia del aprendizaje para que puedas optimizar la forma en la que estudias.

Segundo, lo más importante es utilizar estrategias de aprendizaje que maximicen nuestro recuerdo. El Libro de Hector Ruiz, Aprendiendo a aprender, es el mejor que conozco en estos aspectos.

Y tercero, para muchas personas la procrastinación a menudo es un bloqueo a la hora de aprender o estudiar. En la comunidad privada puedes encontrar un taller que hicimos de introducción al estudio y las claves que debes conocer.


0 Comments

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *