«No deben preocuparnos las arrugas del rostro, sino las del cerebro» – Santiago Ramón y Cajal
¿Cómo mantienes las cosas en tu mente cuando resuelves un problema? A la hora de leer un libro, escuchar un pódcast o mantener una conversación, ¿sabes cómo retiene tu cerebro toda la información? La neurociencia denomina a esta capacidad «memoria de trabajo».
Esta memoria no consiste en recordar el pasado, más bien trata de unificar el presente en tu mente como un collage para que puedas aprender, tomar decisiones y resolver problemas. La información que llega a tu cerebro es inmediatamente fragmentada y enviada a diferentes grupos neuronales del córtex.
La memoria de trabajo es la antesala a la memoria a largo plazo.
Si tu cerebro fuera un ordenador, la memoria de trabajo sería tu ancho de banda mental. Por lo tanto, si tienes una buena memoria de trabajo o sabes cómo optimizarla, puedes pensar y aprender mejor. Y de eso trata el artículo de hoy.
El delicado equilibro de la memoria de trabajo
Para una especie tan débil físicamente como la nuestra, no haber tenido la capacidad de adaptar nuestro cerebro a las necesidades del entorno hubiera significado nuestra extinción. Sin embargo, nuestra memoria es mucho más que una pieza del puzle en la teoría de la evolución de Darwin.
Nuestra memoria de trabajo es un puente entre los primeros segundos de codificación de la información y el proceso de consolidación a largo plazo. Si la información guardada en la memoria de trabajo no es transformada a otra forma más duradera, acabará por desaparecer. La memoria es la materia prima de nuestro futuro.

La memoria de trabajo es muy valiosa ya que la utilizamos para comprender, razonar o resolver problemas. Es como una mesa de trabajo llena de herramientas (estudio) y la cantidad de memoria de trabajo —o herramientas— que utilizamos en un momento dado se llama carga cognitiva. Aunque ambos son conceptos teóricos utilizados en psicología y neurociencia, tienen profundas implicaciones a la hora de pensar, aprender, resolver problemas y tomar decisiones.
La mayoría de la gente cree que debemos reducir nuestra carga cognitiva en la medida de lo posible, pero es matizable. Hay ciertos tipos de cargas cognitivas que no pueden alterarse, otras son perjudiciales y otras son las realmente productivas.
Para pensar mejor hay que encontrar el delicado equilibrio entre todos los tipos de cargas cognitivas para poder aprovechar al máximo la memoria de trabajo.
No sobrepases los límites de la memoria de trabajo
Hace años se observó que la memoria de trabajo tenía un límite de hasta unos 7 elementos (entendidos como la unidad de significado: palabra, número, etc.), lo que se conoce como la ley de Miller (estudio) que años más tarde fue confirmada (estudio).
Además de servir como sistema de almacenamiento a corto plazo, la memoria de trabajo opera con la información, la organiza, elabora y recupera cuando conviene.
Nuestra carga cognitiva es la principal medida de lo «llena» que está nuestra memoria de trabajo. Para aprender algo nuevo o tomar decisiones es importante gestionar la carga cognitiva o, más exactamente, las cargas cognitivas.
Si tu memoria de trabajo está siempre llena, estarás interrumpiendo los procesos del aprendizaje constantemente.
Teoría de la carga cognitiva
La carga cognitiva es la capacidad del cerebro de procesar información nueva. La mala noticia es que es bastante limitada.
Por ello, es necesario equilibrar tus esfuerzos mentales para aumentar tu rendimiento, por ejemplo, en el aprendizaje (estudio). La teoría de la carga cognitiva nos hace conscientes de nuestras limitaciones y de no sobrecargar la memoria de trabajo sin necesidad durante las tareas de aprendizaje. Para entender por qué, veamos los tres tipos de cargas cognitivas:
- Primero, está la carga cognitiva intrínseca como el nivel de dificultad inherente a una tarea. Por ejemplo, es más fácil resolver cálculos sencillos (como 2 + 2) en comparación con una ecuación diferencial.
- Segundo, está la carga cognitiva extrínseca como la manera que tienes de absorber la información. Por ejemplo, todo tipo de detalles innecesarios que tienen impacto en la capacidad cognitiva de un individuo durante una tarea: ruidos, colores, etc.
- Y la carga cognitiva relevante como la capacidad mental que diriges para integrar la nueva información con los conocimientos existentes en elementos integrados, llamados engramas (detalle). Por ejemplo, al crear un mapa conceptual de un tema que te ayuda a memorizar.

Cuantos más elementos tengas en los engramas de la memoria a largo plazo, más fácil será el aprendizaje, procesamiento o toma de decisiones, porque la memoria de trabajo no se verá limitada por nueva información.
La carga intrínseca es fija, no se puede cambiar, pero es posible jugar con las otras dos. Para aprender mejor, deberíamos intentar reducir nuestra carga cognitiva extrínseca (que dificulta innecesariamente el procesamiento) y aumentar nuestra carga cognitiva relevante (que nos ayuda a consolidar mejor, aunque nos suponga más trabajo) (estudio).
Si sobrecargamos el cerebro, no dejamos espacio para que se produzcan los pensamientos valiosos, aprendizajes efectivos o buenas decisiones.
Herramientas para optimizar la carga cognitiva
Más que reducir la carga cognitiva general, tu objetivo debe ser aprender a gestionarla. Te explico algunos métodos que pueden parecer más trabajo adicional porque no reducen la carga cognitiva total pero que te harán utilizar el esfuerzo cognitivo de forma eficiente (estudio).
Agrupar la información en unidades de conocimiento
Prueba a coger elementos de información y agrúpalos en unidades más grandes. Se ha demostrado que este método mejora la cantidad de información que se puede recordar, ya que los elementos se pueden recuperar más fácilmente (estudio).
Resuelve problemas mediante ejemplos
Otra manera de reducir la complejidad es trabajando con ejemplos que guían a través de cada paso de la resolución de un problema y te enseñan el modelo que luego puedes aplicar en nuevos problemas (estudio, estudio).
Los buenos ejemplos tienen que ser fáciles de seguir. Si tu ejemplo es difícil de entender, provocará una alta carga cognitiva y generará el efecto contrario.
Piensa en mapas mentales
Pensar en mapas mentales ayuda a reducir la carga cognitiva extrínseca de una tarea por la facilidad de formar asociaciones y evitar el ruido. Prueba a utilizar herramientas como Notion, Roam, Whimsical u Obsidian. La evidencia nos dice que mejora la creatividad y la memoria (estudio, estudio).
Haz un volcado mental de la información
Previo a la creación de un mapa, puedes usar el volcado como una herramienta para limpiar tu mente, sacar los pensamientos y procesos para ponerlos sobre un papel y poder visualizarlos mejor.
Escribe para pensar mejor
Se ha demostrado que escribir ayuda a comprender mejor la información y a mejorar la memoria. Muchas veces pensamos que sabemos algo hasta que intentamos escribir sobre ello. La información se recuerda mejor si se crea activamente desde la propia mente en lugar de simplemente consumirla de forma pasiva (estudio, estudio).
Escribir es como pensar en papel.
Colabora con otras personas
Se ha comprobado que el aprendizaje colaborativo ayuda a mejorar el rendimiento, especialmente en tareas de alta carga cognitiva. Puedes usar lluvias de ideas o la creación de un plan de aprendizaje compartido en grupo (estudio). Cuando los cerebros de distintas personas se unen son más eficientes para realizar tareas complejas.
Conclusión
Sentir que algo aumenta la carga cognitiva no es necesariamente perjudicial para el pensamiento y el aprendizaje: para procesar y consolidar temas complejos es necesario hacer un mínimo esfuerzo cognitivo.
Con cada tarea que encuentres con una alta carga cognitiva intrínseca, asegúrate de optimizar tu memoria de trabajo aumentando la carga cognitiva relevante.
Más que reducir la carga cognitiva general, tu objetivo debe ser aprender a gestionarla. Si sobrecargamos el cerebro no estamos dejando espacio al aprendizaje. Cuanto mayor esfuerzo cognitivo hagamos por codificar las memorias en su inicio, mayor será su consolidación futura.
Esta será tu manera de optimizar las huellas de información en tu cerebro moldeando tus redes de neuronas para toda la vida. La eficacia a largo plazo de tus redes neuronales dependerá de cómo regules tu experiencia.
Decía Kahneman que «la inteligencia no es solo la capacidad de razonar, es también la capacidad de encontrar material relevante en la memoria y enfocar la atención cuando se necesita».
En última instancia, somos nuestra memoria.
- Si quieres seguir aprendiendo, te recomiendo este episodio del podcast con Mara Dierssen.
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