“Una generación que no soporta el aburrimiento, es una generación de escaso valor”
Bertrand Russell
“Quien se fortalece completamente contra el aburrimiento, también se fortalece contra sí mismo. Él nunca beberá el elixir más poderoso de su propio manantial más interno”.
Friedrich Nietzsche
¿Por qué nuestra sociedad ve el aburrimiento como un rasgo negativo?
El aburrimiento es una emoción importante. Pero no solemos permitirla, ni cultivarla.
Hoy en día, sabemos gracias a antropólogos que han trabajado con algunas poblaciones de África, que las personas, aisladas de la modernidad, tienen una capacidad mucho mayor que nosotros para tolerar el aburrimiento.
Ser perezoso puede tener muchas ventajas, y llegar a convertirse en una herramienta útil para conocernos a nosotros mismos. Es la oportunidad perfecta para reflexionar, relajarnos y en muchos casos, ayudarnos a desarrollar nuestra dimensión creativa.
En el artículo de hoy, vamos a analizar los beneficios psicológicos del aburrimiento.
Definición psicológica de aburrimiento
El cerebro humano es una herramienta poderosa. Siempre activo, pensando y lidiando con decisiones, factores estresantes y actividades subconscientes. Pero igual que tiene grandes capacidades, también tiene límites.
Cuando el cerebro no está inmerso de forma activa en una tarea concreta, se activa la red neuronal por defecto. De esta manera, el aburrimiento surge, cuando esta red falla al intentar involucrarnos en alguna tarea.
El aburrimiento funciona como una señal. Nos proporciona información sobre nuestras capacidades motivacionales y cognitivas actuales, para reorientarlas hacia actividades más significativas o beneficiosas.
Está compuesto por dos estados según la revisión más aceptada:
«El aburrimiento es un estado bidimensional, que resulta al combinar un arousal bajo (componente objetivo) y una sensación de malestar (componente subjetivo).«

- Arousal bajo: Nuestra red neuronal por defecto falla al intentar reclutar la red de control ejecutivo cuando algo nos resulta monótono. Si la relevancia de la tarea no logra superar un umbral mínimo, la activación no será suficiente para mantener esa tarea a flote.
- Malestar: La baja actividad de esta red por defecto se correlaciona negativamente con la actividad de la zona anterior de la ínsula. Por ello, cuando nos aburrimos, sentimos malestar. Si durante demasiado tiempo una actividad no genera suficiente activación, el cerebro genera un malestar subjetivo para desincentivar la conducta. (estudio)
Ambas dimensiones son necesarias. Es decir, una falta de actividad neural suficiente para motivarnos, acompañada de una sensación de desinterés, frustración o insatisfacción.
A priori, el aburrimiento podría parecer similar a la depresión pero la diferencia reside en la atribución de la causa que lo produce. Mientras que la depresión centra los aspectos negativos en uno mismo, la atribución de causa del aburrimiento se sitúa en el exterior.
Pero según el Dr. John Eastwood, psicólogo clínico de la Universidad de York en Toronto, no está tan claro:
“Existe la posibilidad de que el aburrimiento cause depresión; otra es que la depresión provoca aburrimiento; otra es que son mutuamente causales; otra es que el aburrimiento es un epifenómeno u otro componente de la depresión; y otra es que hay otra tercera variable que causa tanto aburrimiento como depresión”.
Aunque sí sabemos, que el aburrimiento está directamente relacionado con la atención, porque la atención es el proceso mediante el cual nos conectamos con el mundo. Es limitada, y el cerebro tiene que cuidarla.
El aburrimiento no es externo; es cómo te relacionas con el mundo.
Orígenes del aburrimiento
Según Susan Matt, profesora de Historia en la Universidad Estatal de Weber, las raíces del aburrimiento se remontan a la antigua Grecia:
«Los antiguos griegos tenían una palabra ‘acedia‘, que significaba apatía, y los primeros cristianos la aplicaban a los monjes, que salían al desierto, vivían solos y eran golpeados por una melancolía que les hacía vacilar en su devoción a Dios.»
Séneca hablaba del aburrimiento como una especie de náusea:
«De ahí viene ese sentimiento que hace que los hombres detesten su propio ocio y se quejen de que ellos mismos no tienen nada en que ocuparse. Porque su desdichada pereza fomenta la envidia, y, como no pudieron tener éxito, desean que todos los demás se arruinen; luego, debido a esta aversión al progreso de los demás y la desesperación del propio, su mente se enfurece contra la Fortuna, y se queja de los tiempos, y se retira a los rincones y reflexiona sobre sus problemas hasta que se cansa y se enferma de sí mismo. Porque es la naturaleza de la mente humana estar activa y propensa al movimiento»
Y durante la era cristiana primitiva, el aburrimiento llegó a parecer peor que una simple condición de vida: podía ser un pecado. Los primeros monjes medievales hablaban del vicio del aburrimiento como el “demonio del mediodía” que arruinaba la devoción a Dios.

Aunque, no fue hasta la década de 1930 cuando la ciencia se interesó por el aburrimiento. En 1938, el psicólogo Joseph Ephraim Barmack observó cómo los trabajadores de las fábricas se las arreglaban con el hastío de su trabajo gracias a estimulantes como la cafeína o las anfetaminas. El concepto de trabajo cambió drásticamente debido a la industrialización y el entretenimiento.
«Esta fue una revolución en la forma en la que muchos concebían el significado de la vida, cambió sus expectativas de aquello a lo que tenían derecho, en lugar de la tristeza y la aceptación pasiva del trabajo rutinario. Muchos llegaron a creer que el placer, la felicidad, la emoción y la novedad eran su derecho de nacimiento”
Susan Matt
La sobreestimulación ha reducido nuestra la tolerancia al aburrimiento. El smartphone nos da mucho, pero nos quita tres elementos clave del ser humano: la soledad, la incertidumbre y el aburrimiento. Tres principios que siempre han sido el origen de las ideas creativas.
Sobreestimulación x Tecnología Moderna = Aburrimiento
Vivimos en una sociedad demasiado entretenida y distraída.
Hubo un estudio con 204 estudiantes universitarios que completaron cuestionarios sobre su susceptibilidad al aburrimiento y sobre sus emociones. Los estudiantes que dijeron que sufrían más aburrimiento también estaban más centrados externamente y reportaron mayor dificultad para identificar sus emociones.
Podemos interpretar de este estudio, que las personas que más evitan aburrirse son paradójicamente las que tienen mayor tendencia natural a buscar estímulos y distracciones externas.
Como si fuera una trampa de arenas movedizas, este tipo de reacciones sólo sirven para reforzar el aburrimiento, alejándonos aún más de entender por qué nos sentimos perezosos.
De hecho, de forma bastante clara se ha visto que las personas que menos aceptan el aburrimiento son las que presentan más síntomas de depresión, ira, impulsividad o baja autorrealización (estudio, estudio, estudio, estudio).
Quizás el exceso de entretenimiento esté detrás de la sensibilidad al aburrimiento.
Los pequeños momentos de inactividad son los que revelan las debilidades de nuestra mente.
El entretenimiento masivo de hoy en día, disminuye nuestra capacidad innata para interactuar con nuestro entorno directo y, por lo tanto, hace que el mundo real que nos rodea, sea menos interesante.
Para nuestros ancestros, el aburrimiento era un estado aversivo que les proporcionaba información sobre su comportamiento y su entorno, para así fomentar la exploración y el aprendizaje. (estudio)
Todavía hoy tenemos mucho que aprender de ellos. Necesitamos aprender a matar el tiempo de vez en cuando para darle a nuestro cerebro los frenos que necesita para recargarse y ser más productivos.
Evitar el aburrimiento puede ser más dañino que el hastío en sí mismo.
¿Por qué es bueno aprender a aburrirse?
“Siempre elegiré a una persona perezosa para hacer un trabajo difícil porque una persona perezosa encontrará una manera fácil de hacerlo.”
Frank Gilbreth
Las emociones están ahí para ayudarnos a reaccionar, registrar y regular nuestra respuesta a los estímulos de nuestro entorno.
El aburrimiento es como una alarma temprana. Más que un signo de improductividad, puede ser una señal de inteligencia. Vamos a ver por qué:
- El aburrimiento alimenta la creatividad, cuando realizamos actividades pasivas, estamos dejando más espacio para divagar (estudio). ¿Cuántos inventos de la humanidad han nacido por pereza? Aburrirse debería ser una buena señal que indicara que no tenemos preocupaciones mayores orientadas a nuestra supervivencia. Cuando nos encontramos con un espacio-tiempo que hay que cubrir y sin la presión de una oferta de entretenimiento titánica, se facilita el reto de la creatividad.
- El aburrimiento nos ayuda a gestionar la procrastinación. Gracias al aburrimiento valoramos si hacer cosas es necesario o no. Hay personas que prefieren deliberadamente trabajar bajo presión y toman la decisión de procrastinar de vez en cuando. Es una muy buena manera de tener el control de nuestro tiempo y rendimiento. (estudio, estudio) Además de ayudarnos a manejar el estrés (estudio, estudio).
- Tener tiempo para aburrirnos fomenta el pensamiento difuso. Nuestra mente tiene dos modos de pensar: el modo difuso y el modo enfocado. Necesitamos mantener una oscilación constante entre los dos modos para ser más creativos y productivos. La divagación, una forma de pensamiento difuso, es un mecanismo útil para que nuestro cerebro procese la información, que a veces conduce a soluciones no obvias. Otro beneficio de dejar que nuestra mente divague sin prestar atención a una tarea productiva es una mayor concentración en nuestros objetivos a largo plazo (estudio). Un poco de pereza hoy, para un tiempo más productivo mañana.
En general, el aburrimiento resulta desagradable. Pero cumple una función importante: La emoción desagradable del aburrimiento es un recordatorio de las cosas importantes que no estamos atendiendo.
Es una paradoja. Consideramos que el aburrimiento es como una emoción negativa y, sin embargo, es una fuerza que nos motiva.
Mis reflexiones sobre el aburrimiento

¿Y si nunca nos sentimos aburridos?
Quizás estemos evitando conocernos mejor a nosotros mismos y ser transparentes con nuestras emociones.
Si somos vulnerables al siguiente golpe de cualquier distracción, no aprendemos quiénes somos ni cómo conectar con nuestra esencia.
1. Reserva momentos para aburrirte
En ocasiones, nos mantendremos ocupados como mecanismo de defensa para alejar los pensamientos y sentimientos desagradables. (estudio) Sin embargo, podemos aprender a reservar momentos para descansar y aburrirnos.
Para comenzar, puedes comenzar por no mirar el teléfono durante toda la mañana hasta la 13:00h, en lugar de hacerlo a primera hora de la mañana. Descubrirás que cuando no comienzas el día distraido, es más fácil concentrarse. O sino, pon tu teléfono en modo avión, apaga las notificaciones y déjalo en otra habitación antes de dormir.
Con el tiempo y la exposición al aburrimiento aprenderás a manipularlo como una herramienta. Verás que la pereza puede utilizarse para ser más productivo.
2. Permítete ser creativo
Si ya has conseguido aburrirte durante el tiempo suficiente, puede pasar al siguiente nivel: crear cosas.
Ser creativo requiere mantener nuestra atención por períodos más largos de tiempo. Por ejemplo: Empieza a pintar, escribir, hacer maquetas, dibujar, hacer un resumen de un libro o hacer manualidades.
3. Desconexión digital
Subiendo el nivel de dificultad, puedes desconectar del mundo digital haciendo un retiro en la naturaleza sin tecnología o eliminando las redes sociales durante unos días.
4. Medita
La meditación es el hábito más difícil de todos. Hasta para los meditadores más expertos es una batalla constante. Pero gracias a ella, podrás controlar mejor la atención al fortalecer la corteza prefrontal dorsolateral.
Personalmente, yo experimenté estos beneficios de la meditación después de mi retiro de meditación en silencio de 10 días llamado Vipassana. En total, son más de 100 horas de meditación en las que no puedes hablar, leer, escribir ni hacer contacto visual con nadie.
Ya había meditado con apps o videos de Youtube, pero aquella experiencia me enseño a enfrentarme a mi pasado, mis emociones y el verdadero aburrimiento: Nada que hacer, sin contacto social, sin tecnología, solo la naturaleza y la introspección.
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