“La perfección se alcanza, no cuando no hay nada más que añadir, sino cuando ya no hay nada que quitar».
Antoine de Saint-Exupéry
Desde pequeños nos educan para ganar la mayor cantidad de dinero posible, visitar muchos países, hacer muchos amigos, leer pilas de libros. En todas las áreas de nuestra vida, la cantidad parece triunfar sobre la calidad: más productos en el supermercado, más relaciones, más formaciones… Los seres humanos buscamos sistemáticamente añadir, en lugar de reducir. (estudio)
Tener más posibilidades de elección no es necesariamente bueno para nuestro bienestar psicológico. De hecho, tener demasiadas opciones nos estresa al aumentar nuestro caos mental.
En el artículo de hoy aprenderemos por qué el minimalismo es sinónimo de bienestar y como mejora el rendimiento de nuestro cerebro con la reducción.
El poder del minimalismo
El minimalismo es un medio para un fin, no un fin en sí mismo. Nos ayuda a vivir nuestras vidas de acuerdo con nuestros valores. Es una filosofía de vida «dolorosa» pero necesaria para clarifica el coste de oportunidad de nuestras decisiones.
- ¿Cuántas horas de mi vida he pasado pensando en compras innecesarias?
- ¿Cuál es el coste de oportunidad de todo ese tiempo y energía?
- ¿Cuántas llamadas con mis amigos podría haber tenido en ese tiempo?
- ¿Qué pasa con todas las otras cosas innecesarias en mi vida? ¿Cuánto tiempo y energía he invertido en ellos, en última instancia, a expensas de las cosas que realmente valoro?
A menudo, nuestros pensamientos, emociones o recuerdos pueden convertirse en el desorden de nuestro espacio mental. Y cuando esto sucede, no solo experimentamos constantemente sentimientos negativos como estrés o ansiedad, sino que, nos distraemos de vivir nuestras vidas.
Gracias al minimalismo adoptamos un hábito mental que nos anima (a menudo dolorosamente) a ser conscientes e intencionales en nuestra vida.
Es un recordatorio constante para volver a enfocar nuestros pensamientos y acciones hacia las cosas que más importan. No solo me refiero al número de objetos, sino al número de preocupaciones o herramientas que usamos:
- El minimalismo material no trata de tener menos cosas, sino de volvernos más intencionales sobre las cosas que elegimos comprar.
- El minimalismo digital no trata de rechazar la tecnología por completo, sino de establecer mejores límites de consumo de la tecnología.
- Y el minimalismo mental no busca deshacerse de pensamientos o sentimientos negativos, sino de fortalecer nuestra capacidad para controlar cuándo y cuánto elegimos prestar atención y comprometernos con estos pensamientos y sentimientos.
El punto en común que une el minimalismo físico, digital y mental es nuestra capacidad de gestionar la atención. La atención es la puerta de entrada a la mente. Y sospecho que todos podríamos beneficiarnos de ser mejores porteros.
Cuando trabajamos conscientemente para simplificar las tareas que nuestro cerebro necesita realizar en un día, nos devolvemos la tranquilidad, el tiempo y, por supuesto, el potencial de nuestro cerbero que podemos aprovechar mejor en cosas importantes. Practicar el minimalismo puede:
- Reducir las distracciones y aumentar la productividad
- Reducir las toma de decisiones y el estrés
- Elimina la sobreestimulación y la multitarea
- Elimina los sentimientos de culpa
- Libera tu agenda
Al cultivar el minimalismo y aprender a gestionar mejor nuestra atención, podemos sentirnos mejor de forma regular y vivir una vida más productiva.
Vamos a ver cómo.
Reducir la opcionalidad para tomar mejores decisiones
La opcionalidad se define como el estado de disfrutar de las posibilidades sin estar comprometido a un campo estrecho: trabajar en una gran empresa, hacer un posgrado, hacer más contactos… Pero este énfasis en la creación de opciones puede resultar contraproducente al atraparnos en una red de seguridad.
Cuando todo es una posibilidad, se vuelve más difícil tomar la decisión correcta. Ésta es la paradoja de la elección.
Tomar una decisión implica saber lo que quieres, comprender las opciones que están disponibles y quedarse con una. Cuanta más información tengamos, peor será la rapidez para tomar una decisión. Es lo que se conoce como ley de Hick-Hyman: el tiempo que tarda una persona en tomar una decisión es el resultado del número de posibles opciones que tiene. (detalle) A mayor número de opciones en la toma de decisiones, peor para nuestro bienestar mental. (estudio)
Visto desde otro ángulo, tomar una decisión es una batalla entre la libertad y el compromiso. Mientras exploramos todas las opciones, podemos elegir cualquiera y sentimos autonomía. Pero, una vez que tomamos una decisión, nos comprometemos con una opción y, por lo tanto, cerramos la puerta a las demás.
La satisfacción de nuestras elecciones sigue un modelo de U invertida. Hay un punto óptimo con no muy pocas, ni demasiadas opciones, lo suficiente para maximizar nuestra percepción de libertad y nuestro bienestar mental. (detalle)

Si tenemos muy pocas opciones, nos sentimos frustrados. Por el contrario, con demasiadas podemos experimentar parálisis de análisis, miedo a una mejor opción e incluso arrepentirnos después.
Resulta paradójico pero un exceso de opciones limita nuestra libertad. Por el contrario, saber ignorar lo irrelevante muestra un alto nivel de sabiduría.
Menos objetivos, ambición y éxito
«La reacción más común de la mente humana ante los logros no es la satisfacción, sino el ansia de más».
Yuval Noah Harari
Reducir el número de objetivos de nuestra vida no solo nos ahorrará tiempo, dinero y recursos, sino que también es un ingrediente importante para el éxito. Si queremos ser más productivos, estar más concentrados, más creativos y tener un mayor autocontrol, es esencial aplicar el minimalismo.
Los seres humanos subestimamos cuánto tiempo nos llevará alcanzar algo, lo que se conoce como la falacia de la planificación. Casi siempre estamos atrasados donde pensamos que deberíamos estar, lo que nos hace sentir inseguros.
Tener objetivos ambiciosos es emocionante. Pero tener un sentido de alcanzabilidad de estos objetivos es todavía más importante para mantener nuestra motivación a flote. (estudio)
La mejor solución para alcanzar el éxito en nuestros objetivos es tener menos metas (estudio). Y no solo tener menos objetivos, sino también dividir los grandes objetivos en objetivos más pequeños.
Menos relaciones y mejores experiencias
Por otro lado, para nuestro cerebro, el capital social (amigos, contactos, etc) que acumulamos es un recurso demasiado importante como para perderlo. Tener una red de apoyo es fundamental para nuestro bienestar. Aunque la calidad de esta red de apoyo es lo que más importa.
Tener amistades satisfactorias, no cualquier amistad, tienen un impacto positivo en el bienestar físico y psicológico (estudio). Pero hay que saber identificar las amistades recíprocas. Solo la mitad de las amistades parecen serlo. (estudio) Dedicar tiempo a averiguar cuáles son nuestras relaciones más satisfactorias y qué amistades son realmente recíprocas reducirá nuestra red de apoyo pero incluirá sólo a las personas que contribuyen realmente a nuestro bienestar. Menos relaciones, más significativas.
Otra área poco intuitiva de nuestra vida que puede beneficiarse al reducir nuestros objetivos son las experiencias. Piensa en lo siguiente:
- ¿Sentiríamos más bienestar si en lugar de asistir a todos los eventos disponibles alrededor, seleccionamos las mejores aventuras para nosotros?
- ¿En lugar de intentar leer todos los libros que tenemos apuntados, construimos una biblioteca de grandes libros?
- ¿En lugar de salir a comer todas las noches, ahorramos para disfrutar de la mejor experiencia con alguien querido?
Gastamos tanto tiempo y energía haciendo, que no dejamos espacio para ser. Nuestro cerebro entiende de placer y seguridad, pero no de la cantidad de personas en nuestra agenda de contactos o de una lista de experiencias que acumulamos.
Espacio para la serendipia, proceso creativo y curiosidad
«La curiosidad desenfrenada es maravillosa; la curiosidad no canalizada no lo es».
Ian Leslie
Cuando miramos hacia atrás a muchas de las personas más creativas de la historia, incluidos los premios Nobel, parecen perseguir sus curiosidades, a veces deliberadamente sin pensar en objetivos o aplicaciones inmediatas. Abrazaban la serendipia, y en ciertos momentos de su vida, pasaban por fases sin objetivos.
El investigador Robert Root-Bernstein encontró un patrón después de pasar meses estudiando los hábitos de cada premio Nobel en todas las disciplinas a lo largo de toda la historia… Ven la curiosidad y la exploración, y no los objetivos, como parte fundamental de su proceso creativo. (detalle)
Por el contrario, en nuestra sociedad perseguir lo que nos genera curiosidad es cada vez más difícil de justificar porque nuestras curiosidades rara vez están en el camino directo hacia nuestros objetivos.
Algo parecido sucede con el aprendizaje. Varios estudios han demostrado que tener objetivos de rendimiento en los exámenes es contraproducente. Se tiende a estudiar para el examen en lugar de estudiar para aprender. (estudio) Como dice la ley de Goodharts: “Cuando una medida se convierte en un objetivo deja de ser una buena medida”.
Menos objetivos de rendimiento, aumentan nuestra capacidad de aprender. Como explicaba en este artículo, las personas que estudian con una motivación real en comprender son, irónicamente, los que obtienen mejores resultados, en comparación a aquellos cuyo único objetivo es aprobar un examen. (estudio)
Para aprender y ser creativos, no necesitamos grandes metas. La curiosidad es un impulso innato de nuestra especie que se puede cultivar.
Tener objetivos creativos y de aprendizaje es eficaz cuando los pasos entre el punto en el que te encuentras y el punto al que quieres llegar están claros. Es decir, los objetivos son buenos para explotar lo que ya sabes. Pero tener objetivos ambiciosos se convierten en obstáculos hacia logros más emocionantes, como los que implican el descubrimiento, la creatividad, la innovación.
En resumen, nuestros mayores logros creativos se vuelven menos probables cuando se convierten en objetivos. Si quieres lograr grandes hazañas creativas, abraza tu curiosidad interior, reduce tus metas y deja espacio a la serendipia.
Conclusión
Una actitud minimalista ahorra tiempo, energía y recursos, que se pueden «invertir» en mejores relaciones, pasiones, metas, comunidades, etc. Te dejo un par de consejos:
- Para frenar nuestra tendencia a buscar siempre más, a mi me ayuda mucho el mindfulness, planificar mis descansos y dosificar mi atención.
- Si eres completamente nuevo en el minimalismo, te recomiendo este documental.
Decide qué es realmente importante para ti y elimina el resto (menos rutinas, menos compras impulsivas, menos objetivos y prioridades, menos aplicaciones en el móvil, menos tipos de comidas y alimentos, menos compromisos sociales…). La forma más sencilla de mejorar tu bienestar psicológico y tu capacidad de tomar decisiones y aprender, es gestionar sabiamente los estímulos que recibes.
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